Museo Contisuyo
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Santa Fortunata nació entre los años 281 al 285 de nuestra era, en Cesárea (Palestina), pueblo del Asia Menor. Murió degollada en el año 302 cuando tenía 17 años junto a sus hermanos, por orden del emperador romano Diocleciano. Era la época cuando los cristianos por su fe, fueron perseguidos por el imperio romano. Recogieron el cuerpo y sangre de Santa Fortunata con mucho cuidado y a escondidas para darle sepultura, años después, fue llevada a Nápoles y posteriormente a Roma colocándola en las Catacumbas de Calepodio.
Han transcurrido muchos siglos desde que la fe del cristianismo se fue extendiendo y Moquegua es una de las ciudades escogidas por el destino para poseer el cuerpo auténtico de una santa. Fue el misionero franciscano Tadeo Ocampo, quien empieza una labor de apostolado y se dirige a España a fin de solicitar permiso para el funcionamiento del Colegio de Moquegua. El año 1792 el padre Tadeo viaja a Europa y en Roma informó al Santo Padre Pio VI de los trabajos y estudios realizados por los padres misioneros de Moquegua en las regiones misionales de América, estos hechos les dieron renombre, por lo que el Santo Padre les cedió el cuerpo de Santa Fortunata, por intermedio de su vicario general el Cardenal Severine, entregándoles papeles que acreditaban la originalidad del cuerpo; sellados y firmados por las autoridades respectivas.
El 18 de octubre de 1796 logra embarcarse el padre Ocampo junto a los 23 religiosos en el puerto de Cádiz y emprenden viaje. El 8 de noviembre, a los 21 días de navegación y frente a las costas de África tuvieron la desgracia de caer ante un corsario inglés que los traslado luego a la corsaria y así fueron despojados de casi todo, lo que les llenaba de angustia era el hecho de que traían consigo un tesoro, el cuerpo de Santa Fortunata. Durante varios meses estuvieron peregrinando, según la conveniencia del corsario, muchos se enfermaron por las circunstancias que vivieron y el temor de que fueran profanadas las reliquias, pidieron como gracia se les dejara desembarcar en algún punto de las posesiones que tenía en costas africanas los portugueses y así se hizo el 10 de enero de 1797, frente a San Pablo de Loanda, al principio los portugueses los creyeron enemigos y los recibieron desde las playas a tiros de cañón, luego de ser reconocidos, los trataron con mucha consideración, en especial el gobernador de la plaza llamado don Manuel Almeida.
Debido a los buenos oficios del gobernador, pudieron éstos recuperar el cuerpo de Santa Fortunata. Cuatro meses tuvieron que permanecer en aquella costa, se encendieron los deseos de venerar también aquellas reliquias, en su honor hicieron muchas fiestas hasta el día en que los religiosos pudieron seguir su viaje. Los primeros meses de 1798 los condujeron en un barco portugués hasta Rio de Janeiro, pasaron hasta Montevideo y llegaron a Buenos Aires, por todos estos sitios al tener noticias los fieles sobre el cuerpo de la santa virgen y mártir Santa Fortunata, la gente se regocijaban y acudía en masa a venerar los sagrados despojos. Desde Buenos Aires emprendieron la ruta por tierra, pasaron por Córdoba y San Miguel de Tucumán, llegando a Salta, en donde le hicieron muy solemnes fiestas.
Es así que llegaron el 8 de octubre de 1798 a Moquegua los 22 religiosos que traía el padre Ocampo y tres más que en Montevideo se le incorporaron, entraron por “El Portillo”, en donde se levantó un arco de flores, alfombrándose además la calle principal para el paso de la santa que fue conducida en hombros por las matronas de Moquegua. Los restos fueron recibidos por Lorenzo Vizcarra, moqueguano, párroco de la ciudad. Expuesta la santa a la pública veneración durante 24 horas en la Iglesia Matriz, se trasladó luego a la de Nuestra Señora del Mayor Dolor. Varios días consecutivos hubo misas cantadas seguidas de “Te Deum Laudamus”.
Después de la misa solemne y el discurso de alabanza por la mañana, se sacaron los restos venerados, que perduran desde el siglo tercero. El 12 del mismo mes y año el vicario de Moquegua Dr. Lorenzo Vizcarra cumpliendo lo ordenado por el obispo de Arequipa, Chávez de la Roca verificó la autenticidad de los restos de la santa en presencia del alcalde don Agustín Mendoza de Dámaso del Alcázar, entre otros personajes y ante el notario público don Pedro Nolasco Nieto.
El padre Ocampo se preocupó de rendir culto a las reliquias de Santa Fortunata ordenando entre otras cosas, se la honrara con misas y fiestas solemnes todos los años el 14 de octubre, no debían exponerse de ordinario a la vista del público las reliquias de la santa sino solo el día de su fiesta y alguna que otra vez para que no viniera a disminuir la devoción, esta norma dictada por el padre Ocampo ha venido observándose más o menos fielmente en el transcurso de muchos años.
Durante todos estos años la devoción a Santa Fortunata se vio reflejada de distintas maneras; en 1877 se funda la Sociedad de Artesanos “Luz y Progreso”, tomando como patrona a Santa Fortunata, en 1915 se crea una congregación denominada Santa Fortunata que promueve el culto de la misma, en julio de 1980 fue fundada la Hermandad de Santa Fortunata por un grupo de comerciantes devotos, en 1983 se formó la Sociedad Religiosa de Canto y Baile “Santa Fortunata”. Todos estos grupos y diferentes instituciones con la Parroquia a la cabeza, organizan año tras año los festejos a Nuestra Santa, acudiendo los devotos no solo de la región si no también de otras ciudades.
Resumen: Museo Contisuyo
Bibliografía
Título: “El colegio franciscano de Propaganda FIDE de Moquegua 1775-1825”. Ediciones “Verdad y Vida” San Francisco el Grande Madrid 1955.
Titulo: Santa Fortunata, panfleto Museo Contisuyo 2013
Título: “Santa Fortunata virgen y mártir”. Casso Impresores, Moquegua Perú, 2000.